En la entrada anterior hemos dado un
repaso a la descripción que la cosmología física nos ofrece de los primeros
momentos de nuestro universo, sea en forma de hipótesis plausibles o de
conocimientos sólidamente asentados.
Quizás
sea este un buen momento para mirar al otro extremo: ¿tendrá un final el
universo? Y si es así, ¿cómo será ese final?
Sin duda son preguntas apasionantes.
Pero para poder responderlas necesitamos información. Y vamos a buscarla
echando un vistazo a lo que conocemos de cómo es el universo hoy.
Vamos a empezar por el principio.
Nuestro universo es muuuy grande, pero… ¿cuánto?
No lo sabemos. Lo que podemos decir es que el “universo observable” tiene unos 93.000 millones de años-luz de diámetro. Pero es bastante plausible que sea, al menos, unas 250 veces más grande
No lo sabemos. Lo que podemos decir es que el “universo observable” tiene unos 93.000 millones de años-luz de diámetro. Pero es bastante plausible que sea, al menos, unas 250 veces más grande
¡250!
Antes de seguir veamos un par de conceptos: el horizonte de partículas y el volumen de
Hubble.Representación esquemática en escala logarítmica del horizonte de partículas definido para nuestro planeta. |
El horizonte de partículas define el punto más lejano desde el cual la
luz ha tenido tiempo de alcanzarnos en los 13.799 (±21) millones de años que
tiene el universo, de acuerdo con los datos del satélite Planck, que analizó el
Fondo Cósmico de Microondas (FCM). Si consideramos el punto más lejano en todas
las direcciones mirando desde La Tierra, dibujamos una superficie esférica. Ese
es el horizonte de partículas. Y en su interior está el universo observable.
Dentro de esa
esfera delimitada por el horizonte de partículas podemos definir otra: la
esfera de Hubble.
La esfera de Hubble es otra superficie esférica, está
definida por el punto en el cual los objetos tienen una velocidad de recesión
respecto de La Tierra mayor que la velocidad de la luz, debido a la expansión
del universo.
Estos
conceptos son muy importantes porque, dependiendo de cómo sea de “intensa” la
expansión del universo, el universo observable se irá llenando o vaciando de galaxias según la esfera de Hubble se
encoja o agrande. Esto dependerá de la relación entre los componentes del
universo, y especialmente, del comportamiento de la energía oscura.
Gracias al
análisis del FCM hemos podido obtener muchísima información sobre la
composición global actual del universo. Y hemos atado cabos.
Todas las
evidencias que hemos acumulado hasta la fecha nos hacen pensar que el
“contenido” de nuestro universo se puede clasificar en cuatro categorías, cuatro elementos
diferenciados a modo de “ingredientes”: materia “bariónica”, materia oscura,
energía oscura, y una pequeña cantidad de radiación.
La
materia “bariónica” es aquella que integra todo lo que conocemos, y que está
formado por partículas del modelo estándar de la física de partículas.
Estrellas, planetas, nosotros…
El nombre viene de los bariones
que son un tipo de hadrones (partículas formadas por quarks), que está
formado por tres quarks. Sus representantes más conocidos son el protón y el
neutrón. Los elementos de la tabla periódica están formados por protones,
neutrones y también electrones, y estos últimos pertenecen a la familia de los
leptones. Sin embargo, la diferencia de masas es tan enorme que la contribución
de los leptones al total de masa es muy, muy pequeña, y por eso se acuñó el
término materia bariónica. Junto a la materia bariónica tenemos la radiación,
constituida (a efectos de esta descripción breve) por fotones, que como sabéis,
también forman parte del modelo estándar.
Pues
bien, todo lo anterior constituye menos del 5% del total de masa-energía del
Universo que conocemos.
Composición del "contenido" del universo, en porcentajes de masa-energía, según los datos obtenidos por la colaboración Planck. |
¿Qué
es el 95% restante? Dos cosas, que no sabemos bien qué son en realidad: las
famosas materia oscura y energía oscura.
La
materia oscura constituye el 26% del
total de masa-energía del universo. Y sólo sabemos que no parece ser
sensible a la interacción electromagnética (o lo es muy, muy débilmente). Hasta
ahora sólo somos capaces de detectar sus efectos gravitatorios. Y tampoco
sabemos si presenta respuesta a las interacciones nucleares, aunque hay
numerosos experimentos en curso, e hipótesis formuladas, que sugieren que
ciertos eventos de astropartículas que hemos observado son en realidad
desintegraciones de partículas de materia oscura en partículas conocidas.
¿Qué
es esta materia oscura? ¿Existen otras interacciones que la afectan distintas
de las cuatro que conocemos y que no afectan a la materia bariónica? ¿Puede la
materia oscura formar estructuras o una “tabla periódica oscura”, o sólo la
componen partículas elementales que son las cenizas del proceso del cual
emergió la materia que nos es familiar? No lo sabemos. Pero estamos bastante
seguros de que es responsable de la estructura a gran escala que observamos en el
universo desde el nivel galáctico hacia niveles superiores, pues pensamos que
fue responsable de crear los pozos de potencial gravitatorio en los cuales se
asentó la materia bariónica conformando la estructura de tela de araña que
parece tener el universo a gran escala.
Sin duda aquí hay tema para unas cuantas
entradas.
¿Y
la energía oscura? De ella podemos afirmar menos cosas aun. Pero lo que
pensamos es que es un campo escalar, de densidad constante, y que es
responsable de la expansión acelerada de nuestro universo. Y esto es
algo crucial: densidad constante.
Significa
que no importa cuánto se expanda el universo, que la cantidad de energía oscura
por volumen dado seguirá siendo la misma, y por tanto a mayor volumen, mayor
será el total de energía oscura.
De hecho, en
los primeros instantes del universo que esbozamos en la entrada anterior, la
energía oscura era un porcentaje insignificante del total de masa-energía del
universo. La cantidad de materia bariónica y la materia oscura permanecen
estables sin gran variación hasta donde sabemos. Y al principio eran casi el
100% del “contenido” del universo. Pero a medida que la expansión progresó, ese
porcentaje ha ido mermando en la misma medida que crecía el de energía oscura.
Y este es el punto crucial: la materia genera la curvatura en el espaciotiempo
que entendemos como gravedad, y que mantiene las estructuras. Pero como su
cantidad es estable, a medida que el universo se expande, la influencia de la
materia se diluye. Y mientras, la energía oscura no pierde intensidad, y su
cantidad total e influencia no dejan de aumentar. Actualmente la energía oscura
constituye el 69,3% del total de masa-energía del universo, y creciendo,... con
lo que en el futuro la parte que corresponde a la materia (tanto la bariónica
como la oscura) será cada vez más marginal.
Ahora ya podemos
entender los escenarios posibles para el futuro de nuestro universo que la
cosmología física nos ofrece, a la luz del conocimiento actual.
Y
es que igual que usamos la teoría del Big Bang para “reconstruir” el pasado del
universo, podemos usar el conocimiento y los datos actuales para “reconstruir
su futuro”. Con ello podemos elaborar 3
hipótesis distintas, partiendo de la
suposición (atrevida) de que los componentes del universo y su comportamiento
serán a lo largo de ese futuro tal y como los observamos en la actualidad.
Esos tres posibles escenarios para el futuro del universo dependen entonces
sólo del comportamiento del universo respecto del valor de un parámetro que
denominamos “densidad crítica”.
Primer escenario. Si el conjunto de contribuciones a la
gravedad es mayor que el valor de la densidad crítica, la gravedad frenará
paulatinamente la expansión del universo a escala global, hasta detenerla
totalmente y comenzará entonces una contracción del propio espaciotiempo. Un
proceso inverso al actual que llevará a lo que llamamos Big Crunch, una especie
de Big Bang al revés, donde todo el espaciotiempo y su contenido se contraen
hasta un tamaño subatómico.
Como no
entendemos bien el Big Bang, no podemos decir con rigor cuáles serán los
resultados de dicho evento, y a partir de este punto todo es especulación pura.
El universo podría, por ejemplo, colapsar en un gran agujero negro donde
acabaría el espaciotiempo (y “la existencia”). Sin embargo, hay propuestas (a
día de hoy son pura especulación matemática) que dicen que en realidad los agujeros
negros no llegan nunca a formarse debido a la existencia de una
presión cuántica (u otras formas exóticas de materia) que soportaría el objeto
en colapso y haría que “rebotase” al llegar a cierto límite de compresión, como
lo hacen las capas internas de una estrella durante una supernova de tipo IIa
típica. Es decir, que habría un límite infranqueable para la densidad de
materia-energía. Y si aplicamos esa idea al universo entero, tendríamos que el
universo en colapso llegaría a un tamaño mínimo donde se produciría el Big Bounce, el Gran Rebote. Es
decir, un nuevo Big Bang.
Si seguimos
especulando, y suponemos que los parámetros del universo se mantienen
constantes tras un Big Bounce, (incluyendo las contribuciones gravitatorias, el
valor de la densidad crítica, y el comportamiento de la energía oscura)
llegamos a la romántica (y fantasiosa) idea de un universo cíclico pulsante:
una sucesión interminable de Big Bang y Big Crunch, tanto en nuestro pasado
como en nuestro futuro.
Segundo escenario. El Big
Freeze, o la muerte térmica del universo. (A veces también denominado como ‘Big
Chill’ o la ‘Gran Calma’) Si las contribuciones gravitatorias son exactamente
iguales a la densidad crítica, la expansión del universo continuará a un ritmo
constante. Por tanto, como explicamos antes, según cual sea la tasa de esa
expansión, nuestra burbuja de Hubble se irá llenando o vaciando de galaxias en
una primera época. Pero finalmente la expansión terminará sacando la mayoría de
objetos de nuestra burbuja de Hubble y de nuestro horizonte de partículas. Sólo
las regiones en los que la densidad de energía ha frenado la expansión se
mantendrán ligados. Entonces el universo quedará reducido a islas completamente
aisladas de materia, por lo general galaxias gigantes fruto de la fusión de los
grupos compactos de galaxias cuya ligadura gravitacional sometió localmente a la
expansión. En esas galaxias las estrellas dejarán de formarse a medida que el
hidrógeno se agote, o esté demasiado disperso para colapsar y formar nuevas
estrellas. Paulatinamente las últimas estrellas se irán apagando. Las últimas
serán las enanas marrones y rojas. Cuando el universo tenga 1014 años (del orden de cien
billones de años o unas 100.000 veces la edad actual) habrá alcanzado un estado
de máxima entropía en el que sólo quedarán estrellas apagadas, remanentes
estelares fríos, planetas congelados y agujeros negros, todo a una temperatura
muy próxima al cero absoluto. Y la vida, ya no será posible en ninguna parte
del universo. Obviamente cuanto más nos adentramos en el futuro es más
especulativo todo. Pero las propuestas que se manejan indican que, en ese
futuro en torno a entre 10110
y 10115 años los
constituyentes más estables de la materia bariónica (faltaría saber qué pasa
con la oscura), es decir, protones y neutrones se desintegrarán en positrones y
electrones la mayoría de los cuales se aniquilarán dejando una pequeña cantidad
remanente, formando átomos de positronio. Finalmente, todos los átomos de
positronio colapsan y los pares positrón-electrón se aniquilan, antes de llegar
a los 10116 años. Para
entonces los únicos supervivientes en este oscuro y frío universo son los
agujeros negros. Y ahora, totalmente aislados, brillan. La radiación de
Hawking, que lentamente los evaporará, tiene una temperatura mayor que la del
fondo de radiación del universo. Se suele situar en los 10200 años la frontera temporal en la cual todos los
agujeros negros, incluso los supermasivos, habrán desaparecido por completo.
Llegados a este punto el universo apenas contiene radiación extremadamente
diluida, apenas infinitesimalmente por encima del cero absoluto. El vacío
cuántico podría para entonces haber decaído ya a un estado de energía nulo con
lo que es incapaz de crear siquiera partículas virtuales. Finalmente, el
universo llega a un estado de vacío absoluto, donde la flecha del tiempo ya no
tiene forma de manifestarse, en tanto que no existe proceso alguno que pueda
dar cuenta de algún cambio, ni del tiempo ni de su dirección.
Tercer escenario. El Big
Rip, o Gran Desgarro. Si las
contribuciones gravitatorias son inferiores a la densidad crítica, la expansión
se acelerará debido a la constancia de la densidad de energía que parece
presentar la energía oscura. Cuanto mayor sea el volumen total del universo,
mayor será la cantidad de energía oscura y mayor será la aceleración de la
expansión, entrando así en un ciclo rampante que tenderá a volverse asintótico.
La expansión ahora ya ni siquiera puede ser vencida en los lugares donde la
densidad de masa-energía es mayor y todas las estructuras se van disgregando
secuencialmente. Primero los grandes supercúmulos y superestructuras ven como
todas sus unidades se separan; a continuación, los cúmulos de galaxias se
disgregan quedando galaxias aisladas. El proceso se acelera y las galaxias ven
como cada estrella se aleja de las demás, cada vez más rápido. Cada sistema solar
se ve separado por un tsunami de espaciotiempo que crece entre cada planeta,
cada luna, cada asteroide. Finalmente los cuerpos se disgregan, las moléculas
se rompen, los átomos ven cómo sus componentes se separan años luz en segundos.
Todo concluye en un tipo de singularidad exótica donde queda aislado y diluido
cada componente elemental del universo, incluido el propio espaciotiempo. Se
alcanza así el fin de la existencia. Y todo en menos de 50.000 millones de
años. Poco más del triple de la edad actual del universo. Algunas propuestas
dejan esa cifra en menos de 30.000 millones de años. Pero claro, todo depende
de datos que concreten y descarten unas u otras opciones.
Actualmente
los datos disponibles favorecen que se cumplan el segundo o el tercer escenario,
aunque no son suficientes para apostar claramente por uno de estos dos. El
primero, lo siento por los románticos, parece descartado. Pero una sola nueva
observación es suficiente para cambiar todo el panorama rápidamente.
Tengamos en
cuenta que estamos suponiendo que de
aquí al “final del universo”, todo va a seguir como hasta ahora: que la energía
oscura no va a cambiar su comportamiento; que no va a aparecer ninguna fuerza
nueva o elemento constituyente que hasta ahora ha permanecido oculto a nuestra
vista (como hasta hace apenas 20 años estaba la energía oscura para nuestro
conocimiento); que no va a producirse una transición de fase nueva (puede el
propio espaciotiempo cambiar de fase como lo hace el agua al evaporarse en
ciertas condiciones?), ni un cambio en el vacío cuántico, (que pensamos que
puede ser metaestable - un falso vacío) que forme burbujas de un nuevo
espaciotiempo arrasando este, etc. Y además, este espaciotiempo del que hablamos
es el relativista, 4D. ¿Y si son más las dimensiones que lo forman? ¿Y si su
geometría es otra distinta a la que manejamos en nuestras hipótesis y teorías? Cuantos
más factores añadamos, más terreno dejamos libre a la especulación. Todo esto
complicaría (y enriquecería) mucho más el paisaje de posibilidades más allá de
las tres aquí esbozadas. Toda una mina para cualquier escritor de ciencia
ficción e incluso para los filósofos que cultivan los inagotables y estériles trayectos
de la metafísica.
Así que, como
veis, vivimos una época apasionante. Tenemos poderosos aceleradores de
partículas como el LHC, satélites e instrumentos increíblemente precisos como
GAIA o LIGO y superordenadores con rendimientos del orden de 100 petaflops,
capaces de analizar cantidades salvajes de datos y realizar cálculos complejos
para refinar nuestro conocimiento del universo. Con ellos, y la vocación y
trabajo de miles de científicos, seremos capaces de profundizar cada vez más en
el conocimiento del universo, de su origen y su futuro.
Esta es, a
grandes rasgos la imagen que la cosmología física nos ofrece hoy. Comenzamos aclarando ciertas ideas básicas en ciencia, repasamos la versión clásica de la teoría del Big Bang y nos libramos de los malentendidos más comunes que la rodean. Concluíamos este paseo viendo en la entrada anterior la imagen que esta disciplina científica nosofrece del origen del universo y, en esta entrada, nos hemos asomado a vislumbrar, quizá, su futuro.
Pero seguro que os apetece ver más. ¿En qué piensan los científicos cuando
miran un poco más allá del conocimiento actual? ¿Cómo es el universo que se
atreven a imaginar?
En la próxima
y última entrada de esta serie nos acercaremos al bullicioso mundo de la
especulación científica, donde se deja volar libre la imaginación, guiada por
las proyecciones de las hipótesis que, desde la frontera de nuestro conocimiento,
pugnan por conseguir colocar la siguiente pieza del puzle.
Entradas anteriores:
La cosmología es la temática (me niego a llamarle ciencia) de los "podría ser".El universo podría ser esto, podría ser lo otro.El universo pudo empezar así, podrá acabar allá.Se especula demasiado,y eso no es malo, pero denota que sabemos muy poco del cosmos y del universo.No parece funcionar como los humanos vemos el mundo,si vemos una tarta de cumpleaños sabemos que hubo un pastelero, así que si hablamos de un creador pronto sale la pregunta: "de donde viene Dios??".Con la topología/diseño del universo (de la andamos muy perdidos) pasa lo mismo porque si es una caja, podemos pensar que después de la caja hay más cosas o... nada, aunque la nada ya es algo.Alberigo Andrea CARACCIOLA.Los Boliches MÁLAGA).
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